Tras cumplirse 10 años de uno de los acontecimientos de mayor relevancia en la historia contemporánea reciente, se percibe de manera más que evidente la alteración en el curso de una sociedad abierta e informal, convertida ahora en una sociedad siempre vigilante.
La polarización entre sociedades libres e islámicas se ha incrementado de forma muy notoria, y quizás acarreando mayores perjuicios contra estas últimas, lo menciono por la grave inestabilidad social y política que viven hoy día. Las naciones islámicas experimentan un rezago social cada vez mayor, por la escasez de libertades económicas y políticas, luchando en estos momentos por tratar de revertir tal situación.
Las doctrinas antidemocráticas del medio oriente han demostrado favorecer políticas radicales, derivando en el curso de acontecimientos terroristas que afectan intereses principalmente norteamericanos, pero al mismo tiempo pretenden expandir una ideología que más que devoción, exige la supresión de las libertades básicas.
Así pues, el inicio de este nuevo milenio, queda marcada por una profunda división entre la ideología progresista de occidente y el pasado del mundo teocrático islámico, incapaz de concebir la libertad de expresión como herramienta hacia el progreso.
Por Mariano Santos