Si hubiera podido estar en la Asamblea General de la ONU, me gustaría estar cerca de un presidente, y descubrir si este “altruismo” que promueven los actuales Estados es tan real como lo aparentan los rimbombantes discursos que nos brindan.
También me gustaría analizar si realmente todas las cifras que se publican acerca de los progresos en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio son tan verídicas como nos lo cuentan, o simplemente se hace una selección previa de aquello en lo que se está mejorando, ocultando a la vez los numerosos fracasos que se están llevando a cabo ya desde que los ODM se promulgaran en el 2000.
Lo sé, al fin y al cabo son Estados cuyos objetivos primordiales son la defensa de sus intereses, es por eso que no creo en este altruismo moderno. Y menos cuando la cooperación al desarrollo se lleva a un nivel tal de intitucionalización que ya sólo los gastos en burocracia y en mantener viva la propia organización suponen una más que considerable parte de lo que gestionan.
¿Y qué ocurre con las verdaderas víctimas? Los palestinos ahora celebran por las calles un Estado Palestino aún inexistente. La presión que ejercen los israelíes en la política estadounidense es tan fuerte, que Obama no accederá a la creación de esta nueva Nación. No interesa, no conviene. Estos son los motivos últimos que mueven a los Estados a actuar o no en las injusticias de nuestro mundo.
Por Amelia Ochoa Escala