A lo largo de la historia se ha catalogado y etiquetado a cada generación de un modo u otro. En el 15-M de Madrid se proclamaba que somos la generación más formada de la historia – y es verdad. Es un fenómeno eminentemente español, pero también compartido por muchos otros países. Muchos otros países que en unos años podrán mirar atrás; podremos mirar atrás, y darnos cuenta de que la mejor etiqueta para nosotros es la de “generación perdida”.
Es curioso, casi interesante, como esa clasificación se ha utilizado varias veces por varios motivos. ¡Pero vamos a unificarnos, vamos a juntarnos y reclamar lo que es nuestro!
Los que ahora tienen de 15 o 20 a 30 o 35 están perdidos. Estamos perdidos. Seamos, pues, abiertamente, la generación perdida.
¿Y por qué? dirán algunos, ¿Por qué os creéis tan especiales? ¿Por qué vosotros?
Para empezar, justo por el mero hecho de ser la generación más formada cuando en España el paro en ese margen de edad está rozando el 50%: uno de cada dos sin empleo… ¿somos conscientes de lo que significa o implica eso? ¿Realmente lo somos?
Obviamente, nos centramos en un presente gris oscuro. Esperamos a que todo mejore.
Pero vista la situación, amigos, la cosa no mejorará en 10 o 15 años. Xavier Sala i Martin le dio a España unos 20 años de margen para “recuperarse”. Y eso no nos retorna a los locos 90’, época en la que nuestros padres se comieron la economía de los siguientes 30 años. No, eso nos retorna a un punto donde “se puede estar”, “se pueda vivir”.
20 años.
Eso significa que ese margen de edad, digamos, de los 20 a los 30 – ingenieros, profesores, médicos, periodistas, abogados, lo que a uno se le ocurra – tendrán que malvivir mientras tanto. Tendrán que volver al núcleo familiar para poder pagarse una casa; a vivir con los padres, con los abuelos. Tendrán que aceptar todo tipo de trabajos temporales de mierda. Tendrán que aprender a vivir, a convivir con el concepto de economía de subsistencia… y a esperar que todo mejore.
Porque pasados esos 10, 15 o 20 años aparentemente la cosa mejorará. Volverán a haber plazas laborales para, si no todos, por lo menos algunos.
Pasados esos 10, 15 o 20, esos pipiolos de 20 o 30 años tendrán ya 35, 40 o 50 años. Y entonces empezarán a haber plazas laborales. Y si uno tiene un poco de mentalidad empresarial, o un mínimo de sentido común… ¿a quién contrataría?
¿Al padre de familia que sí, que estudió una carrera, quizás un máster, hace veinte años y lleva malviviendo desde entonces? ¿O al recién licenciado, que tiene exactamente la misma formación pero apenas 23 años, dispuesto a cobrar lo que sea, sin responsabilidades ni familia y dispuesto a ser moldeado por el contratante?
Así que el padre de familia de 45 o 50 años no tendrá acceso a las plazas laborales que puedan aparecer en su momento, porque se le habrá pasado el arroz. Porque le tocará seguir malviviendo, como estamos empezando a hacer ahora. Porque forma parte, como yo, como tú, como toda nuestra generación, parte de la generación perdida.
¿Qué decir al respecto? – Nos vemos este 15 de Octubre en las calles.
Por Ferran Masip-Valls