Son víctimas de la sociedad consumista que los aísla por su falta de oportunidades. Los culpables son los generadores de trabajo, aquellos explotadores que marginan a quienes para exigir son los primeros, pero para dar, los últimos.
El Pinar fue sede nuevamente de una ola de delitos. En una zona donde diez años atrás dejábamos las bicicletas fuera del jardín, donde todos se respetaban mutuamente y donde no existían las rejas ni la palabra “robo”.
Pero las cosas han cambiado. Edgardo Davoine, oriundo de El Pinar, asegura conocer su método de hurto en los hogares: “Van casa por casa, tanteando los portones”, y “cuando tienen la mínima oportunidad se llevan lo primero que ven”, completó Cecilia Álvarez.
Ayer olvidamos trancar el portón con candado, ya que no alcanza con tener rejas con afiladas púas, ni alarma privada ni un pastor alemán. La solución, para los comisarios de la Seccional 27 (Policía local), es “sellar puertas y ventanas con garrotes e intentar hacer lo más difícil posible el ingreso a las casas”. Desapareció mi moto.
Una semana atrás, mis vecinos dejaron su hogar por sólo media hora para ir de compras, y declararon que “por no trancar la reja de la ventana, rompieron el vidrio y robaron la tele”. Esa misma semana, a dos casas del Colegio Clifton, a plena luz del día, una pareja de ancianos fue sorprendida, golpeada y maniatada en su propia casa.
¿Es justo que quienes brindan parte de su sudor para vivir tranquilos sean quienes vivan tras las rejas?
No solo se contribuye impositivamente para que todos reciban educación, salud y un techo. Ni para que reciban la canasta básica, bibliotecas públicas, acceso al mundo de la computación, oportunidades laborales y demás. Sino que hay que pagar por seguridad privada, cercar las casas, blindar puertas y ventanas, adiestrar perros guardianes, etc.
Pero lo peor “es esa sensación que te provoca el saber que estás siendo observado”, indicó Beatriz, otra víctima.
Al ser vigilado constantemente, yo lo llamo “el Ojo del Gran Prójimo”. Es ese prójimo a quien solidariamente alimentamos, el que nos vigila para de manera oportuna apoderarse de nuestras propiedades.
Pero hay que entenderlos, pobres, según “El Pepe”, son víctimas de la sociedad.
Por Santiago Sicardi