La Primavera Árabe acarrea los anhelos por la búsqueda de libertad tanto de hombres como mujeres; quienes aislados durante generaciones en un mundo que les exige sumisión, encuentran ahora en los medios de comunicación, una herramienta poderosa que les hace saber que sus condiciones de vida pueden ser mejores; recordemos que las revoluciones no las generan los muertos de hambre, no, esos se mueren de hambre, las generan quienes piensan que se puede vivir mejor y que solo hace falta hacer algo más para conseguirlo.
Esto me hace pensar que la gente exiliada de estos países, traen consigo el firme propósito de buscar un cambio positivo en sus condiciones de vida, en sus países de origen no pudieron lograrlo, pero mantienen la esperanza de lograrlo en algún otro lugar.
Como es conocido, el mundo islámico está regido por la religión; el texto religioso del corán es el resultado de una mezcla de tradiciones orales pre – islámicas; contiene en su estructura, innumerables contradicciones históricas, incluyendo la anti-historia cristiana.
El corán y los hadits (conjunto de textos que recopilan los preceptos dictados en vida por Mahoma), son las principales y quizás únicas, referencias y puntos de partida que reglamentan la vida teocrática musulmana; en este sentido parecieran emerger a manera de reglamentos dictatoriales creados por un personaje que vivió en el siglo VII, donde existe muy poco o me atrevo a decir nulo espacio para la libre iniciativa personal.
Los poderes político y económico, basan su legitimidad en preceptos de tipo religioso, donde nuevamente la reglamentación teocrática adquiere tintes absolutistas. Ante tal panorama, el exilio es una gran alternativa para aquellos que han logrado comprender que pueden mejorar su nivel de vida en algún otro lugar.
Por Mariano Santos