¡Oh, Nueva York! Querida y odiada ciudad. La miro, la recuerdo ahora ya desde la distancia. Fue mi casa durante dos años, y ahora, a los dos meses de haberla dejado atrás por mi natal Barcelona, esa mezcla ambivalente de amor y odio que sentía por ella da paso a una simple y llana, pero profunda, nostalgia.
Alguien, no recuerdo quien, disculpadme el “lapsus”, pero alguien dijo que Nueva York es una ciudad que te abraza y te acepta, como a algo propio o a alguien que retorna a casa, tal y como llegas. Fuera quien fuese, tenia razón. Es uno de los pocos lugares del mundo donde, realmente, Realmente es cierto: a la semana de estar allí, uno ya es Neoyorquino. En Nueva York, solo hace falta pagar alquiler, y uno pasa, no a ser aceptado por la ciudad, si no directamente a formar parte de ella.
Extraño.
Extraño pero cierto. Es la simple naturaleza del lugar, y aquí estamos hablando sobretodo de Manhattan y partes de Brooklyn, pero bien, Nueva York al fin y al cabo. Lugar donde la gente va de paso, llega y se va. Por estudios, por trabajo, o simplemente por “vivir en Nueva York” por sus motivos o fantasmas personales. Da igual, en realidad. Un porcentaje elevadísimo de la gente que habita el lugar son “extranjeros”; desde los rincones mas remotos de USA, desde los rincones mas remotos del globo, la gente se arrastra hasta Nueva York. Uno nunca deja de ser extranjero, en Nueva York. A veces me plangteava si incluso aquellos nacidos en la ciudad (pocos, pero los hay), tendrían sin darse cuenta por falta de referencia esa sensación de extranjero, también. Si tu llegas mañana, se bienvenido, extraño compañero. Porque la ciudad somos todos.
A Nueva York uno llega porque tiene, o bien un proyecto, o bien cantidades indecentes de dinero (o mejor aun, mezcla de ambos). Llega, hace lo que tenga que hacer, y se va. Ciudad de paso. Hecha por gente que esta de paso. Vivida por ellos.
Algunos dicen que es una ciudad con personalidad. No lo veo así, aunque si tuviera que tenerla, sería más bien una mujer de carácter fluctuante, casi esquizofrénico. Una mujer que te invita amablemente a casa, que te abraza… Abrazo que, si uno no va con cuidado, teniendo claro quien es y donde esta, puede llegar a abrazar. Abrazo lleno de amor y odio. Y ese sentimiento termina siendo reciproco, como en cualquier relación que se precie.
2. Museos: en favor y contra de ir a un museo. Os voy a pedir que elijáis una de las dos posturas y que la argumentéis. Precio, el silencio, el arte contemporáneo, las multitudes…
Por Ferran Masip-Valls