La incógnita sobre los últimos días de la aviadora Amelia Earhart podría llegar a su fin tras encontrar unos huesos en el Pacífico Sur.
“Para cuando alcanzamos los trescientos pies por encima del suelo ya sabía que tenía que volar”, dijo Amelia Earhart en su primer vuelo, hace 90 años.
Ese sueño se convirtió en una obsesión: ser la primera mujer en dar la vuelta al mundo. Desde entonces Amelia no descansaría hasta intentarlo.
A las 7.42 am el aeroplano Itasca envió el mensaje: ‘Debemos estar encima de vosotros, pero no podemos veros. Queda poco combustible. Nos es imposible contactar por radio’. Después, algún mensaje más y el silencio.
Nada más se supo de Amelia Earhart desde aquel 2 de julio de 1937.
Recientes investigaciones han dado con los huesos y con otros elementos, como un cuchillo y un frasco, en una isla del Pacífico Sur que pudieron haber sido empleados por la aviadora.
De coincidir los resultados de las pruebas de ADN con los restos de Earhart, se daría por válida la versión oficial que indica que la aviadora se quedó sin combustible y cayó al mar.
Pero añadirían algo más: Amelia se habría convertido en una náufraga y alcanzó una isla donde intentó sobrevivir, ya que cerca de los huesos se ha encontrado el caparazón de una tortuga que pudo haber servido para recolectar agua de lluvia.
Ric Gillespie, director del Grupo Internacional para la Recuperación de Aviones Históricos en Delaware, señala que hallaron también restos de aves y peces preparados y consumidos “no comidos al estilo de los isleños”.
El gran sueño: volar
Seis meses después de tomar su primera lección de aviación, Amelia había ahorrado el suficiente dinero para comprar su propio avión: un Kinner Airster de segunda mano de color amarillo que bautizó con el nombre de ‘Canario’.
‘Canario’ y Earhart vivieron épocas de gloria, batiendo récords y alzando a Amelia como una luchadora por los derechos de la mujer. Pronto empezó a superarse: en 1928 se convirtió en la primera mujer en cruzar el atlántico. Tres mujeres lo habían intentado antes con fatídicos resultados, pero Amelia lo consiguió.
Volar, el imposible de una mujer imparable fue su último desafío. “Quiero hacerlo porque quiero hacerlo. Las mujeres deben intentar hacer las cosas por las que los hombres ya han pasado. Cuando no lo consiguen, su fallo debe ser un reto para los demás”.