Personalmente soy un expatriado educativo. Originario de España, me encuentro en Nueva York por los estudios y demás – ya que la situación, actualmente, digamos que no es la mejor posible, al otro lado del atlántico. Así pues, una vez aquí, internet pasa a formar parte de la vida de uno.
Cada cual tiene su familia, sus amigos; sus raíces al fin y al cabo, y internet termina siendo la opción más económica y practica con tal de mantener esas relaciones. Lo mismo ocurre a nivel universitario: hoy en día la mitad de la docencia está estrechamente relacionada o es directamente dependiente del acceso a internet por parte de los estudiantes.
En otras palabras, sería prácticamente implanteable atender a una clase sin tener acceso a internet durante el semestre. Pero claro, de este tipo de “necesidades básicas” a los extremos en uso y dependencia del medio al que se está llegando últimamente existe un buen trecho.
¿Personalmente? Trabajo todo el día con y para internet, con multitud de plataformas y creador de contenidos. Eso sí, si escribieseis mi nombre completo en un buscador, probablemente ni siquiera me encontraríais. Digamos que prefiero estar “lo mínimo en línea”, valoro demasiado mi vida real como para vincularme a otra virtual.
Renegaría, si pudiera, de todo el volumen de comunidades virtuales, redes sociales, sistemas de chat y comunicación y demás con tal de poder tomar un café calentito, un buen paseo o un par de cervezas con amigos y familia. Pero bien, soy, al fin y al cabo, un expatriado educativo; así que soy el primero en utilizar los recursos que internet ofrece, tanto a nivel personal como profesional; por mucho que, públicamente, reniegue de ello.
Por Ferran Masip Valls