Posted May 2nd, 2011 at 1:11 pm (UTC+0)
“¿La tele? No la veo, me aburre”. Seguramente habrás oído esta frase en alguna ocasión recientemente. Yo misma solía proclamar orgullosa el hecho de haberme “desenganchado” de la caja tonta, como si el hecho en sí me hiciera parecer más inteligente o alternativa. ¡Ja! ilusa.
Mientras voy ordenando mis pensamientos para redactar estas líneas, me doy cuenta de los pequeños vicios que he ido adquiriendo conforme ha ido avanzando esta nueva “dependencia”. Nada más llegar a mi pieza enciendo el computador de manera inconsciente, o cuando tengo media hora de descanso entre clases, me dejo caer en una de las salas de informática. ¿Y con qué fin? Debería decir que me dedico a buscar información sobre cómo avanza el conflicto armado en Libia, o que sigo un curso de guitarra “online”, sin embargo, la realidad es mucho más triste.
Normalmente doy comienzo a la sesión cibernética consultando mis cuentas de correo, elimino los “spam” y contesto los pocos emails que merece la pena responder. A continuación, leo un poco de prensa, y después, después… El momento inevitable.
Como muchos, trato de auto-engañarme repitiéndome que “sólo serán 5 minutos”, a sabiendas de que éste es el tiempo que voy a tardar en revisar únicamente si alguien colgó alguna foto de la noche pasada, envió un comentario, o me escribió un “privado”. El problema viene cuando me siento con el “deber” de responder a los “comentarios” que mis “amigos” han dejado en mi “muro”. ¿Cómo? ¡Esto sí que “es complicado”!
Sin darnos cuenta, hemos ido creando un lenguaje de “perfiles” y “etiquetas” que lo único que hacen es alejarnos cada vez más de la verdadera realidad. ¿Y qué hay de la seguridad? Una vez que cedes tus derechos a Facebook, tu información siempre queda registrada, no hay vuelta atrás.
Desde que reconocí mi “Facebook- adicción” soy mucho más precavida en el uso de las redes sociales: el tiempo que invierto, los “amigos” a los que acepto, las fotos que cuelgo… No es que las redes sociales sean nocivas, es sólo que es mejor darles el uso que merecen, y ser conscientes de cómo hacerlo. De modo que si tú también reconoces tu adicción, acepta un consejo: ¡desconéctate de Facebook ahora mismo y date el placer de buscar otro vicio más original!
Por Amelia Escala